miércoles, 27 de septiembre de 2017

Mayotte: el origen

¿Mayotte? Pero, ¿De dónde ha salido esa isla?

Aunque todos podamos decir con seguridad que Mayotte no ha emergido del mar como una seta, yo no supe responder a esta pregunta. Me la hizo un conocido cuando le comenté que volvía un año más. Ah, pero, ¿que ya existía? Sí, hijo, sí. 


Primer mapa de Mayotte
Mayotte (la isla seta) es una isla del archipiélago de las Comoras, conocidas como îles de la Lune o islas de la luna (en árabe, djazaïr al-Qamar). A su vez, la etimología del nombre de Mayotte ha variado a lo largo del tiempo: Mawutu, Mayotta, Aliola, Ayotta, Maotoeo, Magota, Mootoo... hasta Maore, traducción de Mayotte en la lengua hablada en la isla: el shimaoré. Todas estas palabras, a su vez, tienen un significado: islote, maorí e incluso muerte. Se quedó con el nombre que le atribuyó un navegante portugués. La primera vez que apareció en un mapa, fue en el de Pietro Vesconte en 1320, pero sin nombrarla. En 1519 se indicaron los nombres de las cuatro islas del archipiélago, pero de manera muy confusa. Hubo que esperar hasta  que William Hacke realizara el primer mapa de Mayotte en 1845.

Y los mahoreses... ¿de quiénes descienden? Se dice que el profeta Suleymana (rey Salomón) se embarcó en una bagala con el fin de encontrar a la mujer más bella del mundo y, tras una buena odisea, descubrió unas islas tan luminosas como la luna y se casó con la mujer reinante de aquellas tierras. De esta unión desciende el pueblo de las islas Comoras. Según otras versiones más documentadas, se puede afirmar que en el siglo XII Mayotte estaba habitada por expatriados de la isla de Java, mientras que Comoras estaba habitada por indonesios. Aunque África está greográficamente cerca, los bantúes llegaron más tarde.


La primera zona habitada de la isla fue lo que hoy se conoce como M'tzamboro, el punto más septentrional. Después, los llegados de Indonesia y Madagascar se instalaban en Dembeni. Siempre en la costa. A su vez, los bantúes llegan del este de África y, después, los mercaderes árabes consiguen convertirse en jefes de tribu. Se les conoce entonces como Fani Bedja. A partir de entonces, este periodo se conoce como el árabe-musulmán. El sistema tribal y matrilineal de las poblaciones precedentes deja paso a una civilización urbana, jerarquizada y patrilineal creada por el islam sunita. Se erigen las primeras medinas y mezquitas de cal, la sociedad se divide en tres clases: los nobles (Makabaïla), los hombres libres (Wangwana) que viven del ganado, de la agricultura o de la pesca y los esclavos (Warumwa), principalmente mozambiqueños. En el siglo XVI, se constituye finalmente un sultanato independiente con capital en Tsingoni, pero esto sólo trajo inestabilidad. La isla vivía en una continua sucesión de golpes de estado, guerras civiles y guerras de dinastía. Las cinco ramas de la familia reinante se rompen. Cada isla del archipiélago ataca a las demás y sufre ataques a su vez. Los malgaches aprovecharon esta inestabilidad para acabar con la población de Grande Terre y el sultán se ve obligado a huir a Petite Terre. Se cuenta que los malgaches, antropófagos por aquel entonces, hacían rituales con sus víctimas en marmitas enormes. Así, terminaba el siglo XVIII para Mayotte. Desde entonces y hasta 1843, Mayotte fue isla de paso de piratas británicos y holandeses que después tomaron el control de isla Mauricio. De hecho, se dice también que el barco de uno de ellos, David Williams, se hundió en 1720 y el botín no se encontró nunca. A causa de estas idas y venidas, Dzaoudzi (Petite Terre) se convirtió en un fuerte con cañones para defenderse de los navegantes y de los malgaches que seguían por Grande Terre. El último sultán de Mayotte, Aboubacar Soidiki El verídico, duró sólo un año. Fue él el que cedió Mayotte al último rey de Francia, Luis Felipe I, en 1841.


La proclamación del primer representante de Francia en Mayotte recayó en el capitán Pierre Passot. Ese día, el 13 de junio de 1843, los autóctonos encontraban toda la pomposidad y el protocolo francés tan ridículos que coreaban a grito pelado bwi, bwi, bwi... Un tipo de exclamación muy, muy burlona. Los franceses, en cambio, entendían oui, oui, oui... y se regalaban confundiendo la burla con entusiasmo. Este fue el comienzo de una larga serie de malentendidos. COmo si ya hubieran sido pocos. Aquí, Mayotte da un giro.

Pero eso es otra historia, para otro día.


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