Pues aquí estamos. Hoy me lanzo una vez más poner por escrito aventuras que estoy segura de que se convertirán en buenos recuerdos. Bueno, por eso y porque esto es un percal tal, que quiero contarlo de la mejor manera posible.
Lo primero de todo: Mayotte. ¿Adónde eh eso? Pues se trata de una isla de ultramar francesa (sí, otra) que está situada en el océano Índico entre Madagascar, Tanzania y Mozambique. Geográficamente, forma parte del archipiélago de las Comores. Jurídicamente, es otro cantar. Bajo la corona francesa desde 1843, la isla fue cedida a las Comores a finales del siglo XIX, pero sus habitantes nunca dejaron de sentirse franceses y cuando las Comores (población es mayoritariamente musulmana) se independizan en la década de los años 70 del siglo XX, Mayotte prefiere continuar bajo el ala francesa. Esto conlleva sus ventajas y desventajas que ya contaré en otro momento.
A pesar de los reclamos de las Comores, que siguen hoy en día en los foros internacionales, los habitantes de Mayotte ratifican su voluntad en varias consultas populares hasta con un masivo 99% a favor de seguir siendo franceses. Sin embargo, esto no evita que cada día lleguen nuevos inmigrantes ilegales a la isla, tanto malgaches (de Madagascar) como anjouanais (la isla de Comores más próxima se llama Anjouan) para unirse a los habitantes de Mayotte: los mahoreses. Actualmente, hay 200000 personas censadas en la isla, pero la población real supera los 400000. Pensad en meter a toda esa gente en una isla del tamaño de Ibiza... La densidad de población es de 570 hab/km2, el 46,5% de la isla tiene menos de 15 años y aquí cuentan con la mayor tasa de natalidad de toda Francia con 41,2% (en Francia es un 12%). Es por eso que existe una demanda tan fuerte de profesores: necesitan escolarizar a los mahoreses y a los niños inmigrantes que llegan solos en barcazas. Y para más, la edad media de la población es de 22 años. Este mix de personas hace que en la isla se hablen más idiomas además del francés. El más corriente es el shimaoré, dialecto que proviene del swahili y pertenece a las lenguas buntúes. El segundo es el shibushi o malgache, la segunda lengua oficial de Madagascar. Hay que destacar que la población mayor de 55 años no está escolarizada, por lo que apenas hablan francés.
Teniendo en cuenta todo, se entiende que es una cultura africana. Por ejemplo, antes de que Francia insistiera en poner orden, estaba legalizada la poligamia. Hoy en día únicamente siguen existiendo los matrimonios que se formalizaron antes de la prohibión. Además, la religion mayoritaria por goleada es islam (moderado). Con todo esto, os cuento que el coque por lo que el choque cultural ha sido brutal. Al menos el clima es tropicaaaal y nos encanta. Debido a la religión imperante, las mujeres no podemos vestir como nos de la gana, pero hace calorcito. Como está situada en el hemisferio sur, ahora mismo es inviero, un delicioso invierno de 25º de media...
Último dato curioso: a Mayotte la llaman l'île hippocampe, o la isla caballito de mar. Primero, porque la fauna marina que hay aquí es espectacular y se pueden ver muchísimos caballitos haciendo buceo. Segundo, porque si se da la vuelta al mapa de la isla, su forma se asemeja a la de un caballito de mar. Por eso le conceden un lugar importante en la bandera. Y en la cerveza.
Bueno, más o menos os he puesto en contexto. Ya iremos desarrollando más adelante porque yo misma no tengo mucha idea de dónde me he metido. Vamos allá.
Viernes 19 de agosto
Salimos de viaje el jueves a las 14:00 para llegar el viernes a las 10 de la mañana tras tres aviones, con un par de horas de retraso y sin maletas. Sí. Sin maletas. Por primera vez experimenté ese sentimiendo de angustia y pena mientras miras la cinta transportadora con un deje de esperanza. Pero ná. A lidiar con más rollos en una cultura en la que el concepto del deber siempre se deja para mañana.
Una vez hecho eso, vamos a alquilar un coche. Sin problemas salvo que nos dejamos un montón de dinero en seguros extra, porque el base no cubre apenas nada debido al exceso de delincuencia.
Llegamos hasta la dirección de la chica francesa que nos acoge. Está en el pueblo llamado Koungou. Nada mas llegar, estamos convencidos de que nos hemos equivocado. Es un barrio muy, muy humilde, donde los niños juegan descalzos entre gallinas, cebúes y mucha basura. Todos nos miran, la calle se ha parado. Decidimos bajarnos a comprobar. No no, es aquí. En una gran casa de dos pisos. En el piso de abajo vive una familia mahoresa, cuyo cabeza de familia es un tipo llamado Amidou. En el jardín hay construida una chabola donde vive una famila comoriense, cuyo cabeza de familia es Fardi, el hombre que nos ha venido a buscar. Y en el piso de arriba vive Amélie con sus dos niñas.
Medio barrio viene a curiosear y preguntar. Nosotros, entre agotados y abrumados respondemos como podemos a ese acento francoafricano que por ahora nos cuesta entender. Después de dejar nuestras cosas, nos vamos a dar una vuelta por el jardín y por el barrio. Se nos giran hasta los perros...
Vemos un campo de fútbol con las porterías hechas de bambú. Los niños juegan sorteando los cebúes que ni se inmutan, y los pescadores se dedican a lo suyo. En los árboles veo las arañas más grandes que he visto en toda mi puñetera vida. Mandaría foto, pero yo a eso no me acerco ni con traje de apicultor.
Parece que el día no nos puede dar más, así que concertamos citas para ver casa mañana y nos vamos a dormir. El estar sin maletas es exasperante. Aparte de no tener nada de nada, imaginad lo que es intentar protegerse de los mosquitos llevando ropa con olor a ser humano macerado desde hace tres días... ¿Y los antimosquitos? Pues en las maletas. Junto con el jamón serrano.
Sábado 20 de agosto
SE NOS HA COLADO UN MOSQUITO EN LA MOSQUITERA. EN SERIO. Parecemos un cuadro.
Nos vamos con la compañera de vuelo, Aída, a ver casas. Nos damos un paseo (quien dice paseo dice ruta por montaña, porque madre mía...) y vamos tocando timbres preguntando si alguien sabe de ofertas de alquiler. Aquí funciona el boca a boca. De esta manera conseguimos varios números de telefóno y yo tengo la enorme suerte de conocer al profesor de gimnasia de mi instituto. Y su pedazo de casoplón con piscina. Tiene la ambilidad de decirme que la reunión es el martes a las 8 de la mañana. Menos mal, porque nadie nos responde cuando pedimos información.
No podemos hacer nada más hasta mañana así que nos volvemos a nuestro barrio. Ya no nos impresiona tanto. La gente nos conoce y nos saluda. Los niños vienen corriendo cuando nos ven llegar y quieren jugar con nosotros. Amélie ha montado una barbacoa, ha invitado a amigos y vecinos y nos invita a comer.
Descubrimos que aquí también comen merguez. Es un tipo de salchicha picante que también comíamos en Martinica. Intuimos que no lleva cerdo. Nos pasamos el rato jugando con los niños y hablando algo de español con los mayores. Muchos mahoreses están interesados en el español y las oportunidades que brinda, es genial.
En medio de ese mogollón, nos enteramos de que uno de los niños con los que estamos jugando tiene algo de particular detrás que hace realidad una historia que nos han repetido en varias ocasiones. Como he contado antes, los comorenses ya empiezan a resignarse, y en lugar de venir, mandan a sus hijos solos en barcas, abandonados a su suerte. Saben que Francia, por ley, no los puede devolver. Este es el caso del niño que tengo sentado encima de mí jugando con mis gafas. No tiene más de cinco años. Hace que te replantees muchas, muchas cosas.
Domingo 21 de agosto
Nos despertamos con una llamada de una compañera que nos dice que van a llegar las maletas en barcaza al puerto. Nos vamos corriendo, porque tal y como está el tema, igual hasta que nos desaparecen. Pero ahí están Ya no estoy desbragada (guiño guiño).
Seguimos viendo casas. Hoy, siguiendo las indicaciones de un posible casero, hemos acabado en medio de un barrio de favelas o bangas. Ahí se había construido el hombre una casa él solito, de cemento, con electricidad y con todas las comodidades. Por mucho que lo he intentado, era imposible que me sintiese cómoda allí y nos hemos ido... Ya hemos comprobado cómo funciona el tema. Aquí las casas casi nunca se alquilan amuebladas. Y sin luz, sin agua, sin nada. Al menos las alquilan con rejas, que es totalmente necesario viendo el percal. Suerte si tienes el fregadero instalado. Esto es una inversión de tiempo y dinero demasiado pesada para nosotros... Tenemos fe en encontrar algo con algún mueble. Con cama, al menos.
Avanzamos lentísimo. El lema de la isla es volé volé. Más adelante lo explicaré.
Lunes 22 de agosto
Sigo teniendo mi vida metida en dos maletas y no mola nada. Menudo desmadre de día. He tardado más de tres horas en ir a la capital y volver. Hay 6 kilómetros de distancia... Se forman unos atascos descomunales. Imaginad una carretera de doble sentido, con ambos carriles petaos de coches. A ambos arcenes (repito, no aceras, arcenes) gente andando o sentada vendiendo alimentos y ropa tirados en el suelo. Queda la línea continua de la carretera, que la ocupan las motos que se sortean entre sí en ambos sentidos para saltarse la espera. Todo ello sin respetar absolutamente ninguna normal. Una locura. Hay un sólo semáforo en la isla y la mayoría no sabe ni para qué se usa.
Algunos compañeros han empezado ya con reuniones en el colegio. Muchos directores han tenido la mala baba de plantar de tutores a profes de español que ni hablan francés y que han llegado hace dos días a la isla. Seguimos convencidos de que, a pesar de todo, Mayotte tiene mucho que ofrecer.
Hemos ido al súper. Mala idea. He aquí el motivo.
Martes 23 de agosto
Hoy es mi primer día de instituto. Estoy nerviosa porque a todas luces parece que estoy sola en el centro. Como para encargarme yo solita de llevar todo.
Cuando llego TODOS los profesores me miran. Soy la más joven con diferencia. Me confuden con alumna. Holaaa... que ya tengo 24, sería la repetidora máxima. Me uno al departamento de inglés para cooperar. En total somos 8. Son todos muy simpáticos y dispuestos a echar una mano. ¡Una profe de inglés es de Martinica y casi nos volvemos locas la una con la otra! Sigo llevando mi pulsera y se la enseño, orgullosa como un pavo. Resulta que su prima es profesora de español y trabajó conmigo allí. El mundo no puede ser más pequeño.
A mediodía, me voy a tomar un café sola porque necesito tener silencio por un rato. Han sido 3 horas seguidas de mezclar francés, inglés, español y shimaoré en el cerebro. Me lloran los ojos. En ese momento de relax, me llama Javi. Se ha escapado del cole para ir a ver una casa en último momento. Es perfecta. La queremos. Hay más gente que se pega por ella. Dejo todo a medias y vuelo.
Llegamos a la inmobiliaria que posee la casa, pero está cerrada. Con miedo a que llegue alguien más antes que nosotros, esperamos una hora y media bajo el sol, sin comer, a que abran. No tenemos ninguna opción, puesto que ni tenemos aún el contrato, ni tenemos cuenta bancaria, ni tenemos declaraciones de la renta previas. Vamos a ver, me he traído a este rincon del mundo desde mi acta de nacimiento hasta mi contrato bancario de Martinica. ¿En serio alguien se iba a pensar que me iban a pedir la renta de mis padres?
Esos son los papeles obligatorio de la agencia. No tenemos ninguno. Decidimos no movernos y rezar a toda deidad que exista. Cuando por fin abren, nos lanzamos a la secretaria. Por suerte, yo había estado el día anterior dando un poco la brasa ¡¡y se acordaba de míiii!! así que le decimos que queremos hablar con Marc, el director de la agencia (contacto conseguido por Javi viva el trabajo en equipoooo). Nos pasa al despacho. Y ahí sacamos TODAS nuestras armas.
Fue una media hora larga de «por favor», «chicos, no puedo», «por favor», «chicos, no puedo», «chicos, necesito una cuenta bancaria»... A VER TRONCO. QUE SIN CASA NO NOS ABREN CUENTA DE BANCO. CUANTAS VECES HAY QUE REPETIRLO. Hasta que ya no sé si por pesaos o qué, nos dice: tenéis 3 horas, hasta que cierre la agencia, para conseguir una prueba que demuestre el sueldo que vais a ganar y por cuánto tiempo, y esta cantidad de dinero en efectivo. Si lo conseguís, es vuestro". Vamos, que durante 3 horas nos reservó el piso a pelo, cuando fuera había gente esperando para reservarlo con todos los papeles. Tenemos una legión de ángeles de la guarda.
Fue una media hora larga de «por favor», «chicos, no puedo», «por favor», «chicos, no puedo», «chicos, necesito una cuenta bancaria»... A VER TRONCO. QUE SIN CASA NO NOS ABREN CUENTA DE BANCO. CUANTAS VECES HAY QUE REPETIRLO. Hasta que ya no sé si por pesaos o qué, nos dice: tenéis 3 horas, hasta que cierre la agencia, para conseguir una prueba que demuestre el sueldo que vais a ganar y por cuánto tiempo, y esta cantidad de dinero en efectivo. Si lo conseguís, es vuestro". Vamos, que durante 3 horas nos reservó el piso a pelo, cuando fuera había gente esperando para reservarlo con todos los papeles. Tenemos una legión de ángeles de la guarda.
Salimos pitando a la sede del Ministerio de Educación en la capital. Les contamos la historia. Dicen que necesitan nuestro contrato de trabajo, una cuenta del banco y una dirección. Sí, le decimos que necesitamos eso para poder tener una casa y nos piden dirección. Me tienen que sujetar las manos. Volvemos a llorar y a contar nuestra vida y milongas. Y deciden hacernos un justificante ficticio. Vamos, que el sueldo que aparece ahí no es el que vamos a ganar. Pero a nosotro nos da igual.
Paradita en el banco y de camino a la agencia otra vez con los huevos de corbata. LA TENEMOS.
Tenía tanta energía que mientras el pobre hombre nos firmaba la reserva, yo daba vueltas alrededor de la silla. Sólo quería irme a casa y dormir.
Reto 1 superado. Vamos a por el segundo: La cuenta del banco.
Miércoles 24 de agosto
Hoy no tengo que ir al instituto. Me quedo en casa durmiendo y estudiando. Necesito recuperar fuerzas porque los nervios nos han podido estos días. En los próximos días contaré más cosas. El viernes es mi primer día de clase. Conforme vayamos superando los retos, tendremos tiempo de empezar a descubrir la isla.
Tranqui tronco, bienvenido a Mayotte.
Eso significa el título del blog.
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